Preguntas inteligentes para independizarte de la ignorancia...
Cada 15 de septiembre, los mexicanos repetimos el famoso Grito con el que se inició la Independencia de México. Pero hay algunas precisiones que hacer: Miguel Hidalgo y Costilla dio el grito como a las dos de la mañana del 16 de septiembre de 1810, y antes pronunció fuertes ¡vivas! a la Virgen de Guadalupe, a la religión católica y al rey Fernando VII y, eso sí, algunos “¡muera!” al mal gobierno.
La fecha exacta fue el 13 de agosto de 1521. Los mexicas, derrotados, huyeron de Tecnochtitlán durante los siguientes tres días. Los saqueos, no obstante la rendición de la ciudad y el apresamiento de Cuauhtémoc, continuaron. Tampoco se frenó la matanza de los mexicas, lo que hace suponer, a los investigadores, que tanto los robos como los asesinatos no ocurrieron por parte de los españoles, sino de los aliados indígenas que había hecho Hernán Cortés. Las crónicas aseguran que ese día llovió, relampagueó y tronó, desde la tarde hasta media noche. Hubo más agua que otras veces.
El 9 de marzo de 1916, el cónsul de México en El Paso, Texas, Andrés G. García informó al presidente Venustiano Carranza que ese día, a las cuatro y media de la mañana, el general Francisco Villa, al frente de 400 hombres, había atacado la población de Colombus, en el estado norteamericano de Nuevo México. Esa fue la primera ocasión en que un ejército extranjero, con ansias de guerra, invadía Estados Unidos.
La primera fecha representa la caída del poder político de Porfirio Díaz, cuando se firmó el Pacto de Ciudad Juárez entre Francisco I. Madero y funcionarios enviados por el dictador. La primera cláusula expresaba la renuncia de Díaz, mientras que la segunda indicaba la de Ramón Corral, su vicepresidente. Por otra parte, el 21 de mayo de 1920 ocurrió el asesinato del presidente de la República Venustiano Carranza a manos de soldados de Rodolfo Herrero, quien obedecía órdenes del general Álvaro Obregón.
Fue Francisco Carabantes. Empeñó un aderezo de diamantes, apenas se inauguró esta institución el 25 de febrero de 1775. Recibió 40 pesos de oro, como préstamo; recuperó su joya en agosto de ese mismo año. Además, dejó una limosna de ocho reales. Esta institución fue creada por iniciativa del Conde de Regla, José Romero de Terreros, y se llamaba Real Monte de Piedad de las Ánimas. Para su creación, Romero tomó como modelo el primer Monte de Piedad que se creó en Perugia, Italia, en 1450.
El primer antecedente que se conoce sobre una celebración del día del Niño data de 1924, cuando nuestro país asumió la Declaración de Ginebra sobre los derechos de los niños del mundo, sin ninguna distinción. Fue publicada, justamente, el 30 de abril de ese año. Muchos fueron los actos ofi ciales y de fi estas que, en distintas fechas, se organizaron para festejar a los infantes. Sin embargo, no fue hasta 1963 cuando la Secretaría de Educación Pública se propuso difundir los derechos de los pequeños.
El 5 de noviembre de 1851, Juan de la Granja inauguró, junto con el presidente Mariano Arista, el primer servicio telegráfico entre la Ciudad de México y Nopalucan, un pueblecito de Puebla. La distancia entre los dos puntos terrestres era de 180 kilómetros. El periódico El Siglo XIX anunció, en una inserción de Juan de la Granja, que el precio del servicio telegráfico era de cuatro reales por cada comunicación que no excediera las 10 palabras, y una cuartilla por cada palabra adicional.
Le decían el “quince uñas” por su desmedido gusto por el dinero. Fue ejemplo del chaquetero político: de monárquico a republicano, federalista, centralista, dictador y lo mismo pero de regreso. Ganó y perdió importantes batallas; malvendió territorio mexicano... Pero tenía un gran carisma y el ejército lo respetaba. Las veces que ocupó la presidencia fueron con el consentimiento de sus compatriotas que lo mismo lo adoraban que lo crucificaban.
José María Morelos y Pavón y su ejército aguantaron ¡72 días! Al final los insurgentes estaban hambrientos; pero el ánimo no decayó y terminaron por romper el cerco.
Los primeros eran ocho carruajes que empezaron a circular el 15 de agosto de 1793. Eran cerrados, de color verde con amarillo y numerados. Podían abordarse en la plaza de Santo Domingo, el portal de Mercaderes o en la calle del Arzobispado.
Sí, muchas. Una muy famosa en el sitio de Cuautla fue “La Costeña”, como la llamaban los insurgentes ya que, sin medir las consecuencias, rompía el sitio todos los días y conseguía alimento para sus guerreros. Otra mujer destacó porque apagaba con cántaros de agua las bombas y granadas lanzadas por los realistas.
Si no somos un país de leyes, indudablemente somos buenos para hacerlas. Entre 1810 y 2011 –suponiendo que el próximo año no se realice un Constituyente para entregarnos una nueva ley suprema–, México ha tenido siete constituciones.
Estuvo a cargo del ejército realista prácticamente durante toda la guerra de Independencia. Cuando el sitio de Cuautla, Calleja pensó que terminaría con la resistencia insurgente en menos de seis horas pero se encontró con un ejército valiente y empecinado en no dejarse vencer.
Desde el inicio de la guerra, Hidalgo y Allende tuvieron grandes diferencias. El capitán le criticaba al cura que permitiera los excesos y el saqueo de su tropa; que no procurara organizar un ejército pequeño pero disciplinado; que se retirara de la Ciudad de México cuando pudo tomarla; que se hubiera ensoberbecido autodenominándose “Alteza Serenísima” y que permitiera la matanza de españoles. Todas esas razones llevaron a Allende a planear el envenenamiento de Hidalgo, y aunque repartió tres dosis de veneno, nunca pudo llevar a cabo su plan porque Hidalgo estaba bien protegido.
A Venustiano Carranza que nació en Cuatro Ciénagas, Coahuila, en 1859. Se unió a la revolución maderista en Ciudad Juárez; encabezó la revolución constitucionalista; convocó al congreso que promulgó la Constitución de 1917 y murió asesinado en 1920.
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